jueves, 17 de marzo de 2011

De vuelta a la India, pero esta vez con los cocoteros...


31 Enero 2011- 6 Febrero 2001


Pocas semanas desde mi vuelta de India han hecho falta para que se fraguara otro viaje en mi cabeza. Lo extraño es que fuera al mismo país. Pero con otros motivos, casi.

Ya llevaba tiempo mascando la posibilidad de abrir el abanico de posibilidades laborales o por lo menos de evolución personal, y entre éstas se encontraba la de hacer un curso de monitora de yoga, si no para ejercer, para tener mayor conocimiento y técnica del asunto. Y qué mejor sitio que hacerlo en la cuna del yoga, India. Y porque también es el sitio más barato que encontré para hacerlo…

Esta decisión me llevaría a “enclaustrarme” en un centro con otros veinte alumnos internacionales para seguir un estricto e intensivo entrenamiento de un mes en la filosofía de yoga, las posturas o asanas, anatomía y meditación. Eso sí, a la vera de la magnífica playa Odayam, en Varkala, en el sureño estado de Kerala. Pero eso vendría luego, primero tenía que salir de España y ,siguiendo mi naturaleza nómada, hacer el trayecto desde Delhi hasta el sur de la India en una semana. Eso son muchos kilómetros para tan poco tiempo, así que teniendo en cuenta que el norte lo tenía reciente y que en España nos estábamos pelando del frío, un vuelo al playero estado de Goa me pareció una idea más que acertada para avanzar unos miles de kilómetros.

Después de un incontable n'umero de horas de viaje llegue finalmente a Goa, donde un hotel básico y convenientemente cerca del aeropuerto en Bogmalo ( de cuyo nombre no me acuerdo) me esperaba para esa primera noche. Y eso es justo todo lo que disfruté de la zona de la Vieja Goa, nada, porque a la mañana siguiente todo lo que quería era llegar a una de esas playas de los catálogos de viaje y salir corriendo. La playa de Palolem, a una hora al sur del aeropuerto es lo que iba buscando. Hasta que lo encontré.

Playa de Palolem


Palolem puede ser que sea paradis'iaca, pero la primera impresión fue que estaba en el Torremolinos del sur de la India. Básicamente, todo el frontal de la playa estaba tomado por laberinticos complejos de frágiles cabañas que había que atravesar antes de llegar a ella desde la carretera donde tenía mi lúgubre y barata habitación de tres euros con cincuenta céntimos. Y si no eran las cabañas,  habr'ian sido los chiringuitos. 

Kayak de pescadores en Palolem


En fin, la bahía de la playa muy bonita, pero demasiado turista extranjero ( con lo que ello atrae, es decir, un montón de tíos que se ganan la vida con las comisiones de los hoteles o de los restaurantes, con lo que el agobio por su parte es continuo). El único momento que realmente disfruté de tanto exotismo paradisiaco fue con mi paseo mañanero por la orilla a una hora lo suficientemente indecente para que las hordas de los turistas se hubiesen levantado… hablo de las 6:30 am, ayudada en gran parte por el  jetlag.

Laberinto de cabanias


Realmente una de las razones para ir a Palolem era porque era uno de los sitios donde había un centro de buceo, aunque si bien la zona no era la más apropiada para ponerse el neopreno, puesto que estaba en la desembocadura de un río.

 Conseguí que me reservaran un par de inmersiones en un sitio llamado Pigeon Island para el día siguiente, así que ,despacito, despacito, me subí al tren que me llevaría al siguiente estado al sur, Karnataka, para bajarme en un pueblecito llamado Mudureshwar, lleno de turistas locales debido a la presencia de una estatua colosal de Shiva, a mi parecer más propia de un parque de atracciones por su apariencia que de un lugar tan sagrado.  

Durante el trayecto conocí a Alexander, un ruso que finalmente se apuntó a descubrir el mundo submarino al día siguiente y con el que esa noche me vi atrapada en una curiosa representación religiosa donde nosotros nos convertimos en la atracción de los cientos de ojos locales.Asistimos obligados y encantados a la sesi'on de maquillaje de los actores y junto con ellos nos echamos unas risas.
Actor

Pas'andomelo pipa


A la mañana siguiente, toda emocionada al principio, y toda cabreada después, conseguí hacer mis dos inmersiones en Pigeon Island. El cabreo vino porque en vez de salir a las 8 am tal y como estaba previsto, salimos a las once, y eso significaba que tenía una gran posibilidad de perder el tren que me llevaría a mi próximo destino.

Pero siendo sincera, el cabreo se me pasó a medida que iba respirando por el regulador, porque la inmersión tengo que decir que fue impresionante. Y eso que me dijeron que tuve a los tiburones en el cogote pero no conseguí verlos. Eso hubiera sido ya la caña!!! 

Mudureshwar


Y finalmente conseguí, literalmente por 30 segundos, llegar al tren dirección Udupi para desde allí llegar a la pequeña población playera de Malpe, esta vez, realmente sin turistas. 

Puesto anti-incendio de las estaciones de trenes. Encima, los cubos estaban a la mitad de arena...


No fue tanto por darme el lujo sino por la necesidad de tener conexión a internet (tenía que terminar un pequeño trabajo de traducción de una página web) el hecho de alojarme en un hotel “deluxe” primera línea de playa.
Enclaustrada durante dos días con aire acondicionado, la única salida de mi fantástico bungaló era la de la comida y la de mi paseo mañanero por la playa, que por otro lado, se vio bruscamente frustrado.
Disfrut'ando del paseo manianero hasta que...


Siete de la mañana, luz fantástica, la arena, las olas , mi cámara y yo. Ese era el plan, pero me sorprendió tener que sortear tanta caca de perro en la playa cuando no veía canido alguno por la zona. Fue cuando, después de unos veinte minutos de sorteos fecales, me di cuenta con pavor que las heces no eran de perro, sino que estaba paseando por el váter de los pescadores… y para prueba de ello, ahí va la foto, que por cierto, también tuve que esperar a que terminaran de evacuar para seguir avanzando por la orilla.

En el wc


No voy a comentar  lo que me pasó por la cabeza y por el estómago cuando me di cuenta de la movida. ¡Qué asco!!!!!!!!!!
De puntillas, haciendo de tripas corazón y con una risa nerviosa de incredulidad, volví al acondicionado bungaló sólo para a salir, una vez desinfectados los pies,  en dirección a la estación de tren hasta Varkala, unas 8 horas  más al sur, ya en el estado de Kerala. 

Vistas desde el tren camino a Varkala

M'as vistas desde el tren


Esto es, a grosso modo, el resumen de mi primera semana en el sur de la India. Un poco rancia...