domingo, 22 de enero de 2012

Y finalemente, me cayó todo el peso en la espalda...


12-1-12

-“ A ver, señorita, mi mochila…”
– “ lo sentimos mucho…( repitan conmigo) no aparece en el sistema”   El día de la marmota o groundhog day, como prefieran.

Qué le vamos a hacer, la mochila sigue sin aparecer. Hoy ya dí un paso más en el protocolo y pregunté por la compensación a lo que contestaron que tengo un reembolso de 25 dólares por día de retraso a partir de las 24 horas de extravío con un máximo de 5 días. Llevo acumulados 75 dólares, espero no pasar de 125 porque ya sería mala señal.

Corriendo un tupido velo a lo escaso de mi vestuario, me lancé de lleno a disfrutar de todo lo que Venao tiene que ofrecer.

Entre otros quehaceres podría ennumerar:

1)      clases de surf ( sí, pasan los años y sigo intentándolo, ¿pasa algo?) con el paciente Trico de Tricosurfschool ( altamente recomendado si alguien cae por aquí) que comparto con Anna. Sandy es casi pro surfer, además de atleta de triatlón, con lo que no necesita ná de ná. Bueno, y Anna es escaladora con lo que tampoco le sobra fuerza en su triangular espalda y brazos. Y luego yo, 15 años mayor que ellas y con todos mis kilos de más. Pero más sabia, eso sí.

2)      mis preciados y añorados largos paseos por la playa a la salida del sol, cuando todo el mundo menos los surfistas más fanáticos está todavía con Morfeo. Lo único malo es que hay un par de segmentos en la playa que, al ser el escape de cauce de ríos, la arena queda cubierta con un manto de incómodas piedras , con lo que hay que ponerse las chanclas…un coñazo, vamos. Por lo demás, es una caminata relajada de casi cuarenta y cinco minutos desde una punta a otra de la playa, y cuando la marea está baja, desaparece la isla del extremo izquierdo emergiendo un corredor de arena que te deja continuar más allá de la bahía. Ahí exploté mi faceta de exploradora…pero me faltaba mi perra, La Pizca, jo! Tras unos 15 minutos después de haber dejado la bahía, y atravesando una jungla cuadriculada con vallas rústicas y pequeños letreros de “se venden x hectáreas” o “Inversiones Venao” llegué a la siguiente calita que se llama “La Playita”. Lo interesante de esta playa es que está básicamente cerrada por arrecifes, por lo que crea una especie de laguna marina con buenas opciones para hacer snorkel. En este caso no me dio tiempo, pero es algo que no me importaría investigar más, porque donde hay snorkel, puede haber buceo…;) En mi exploración encontré también prueba de la existencia de los delfines en la zona, sólo que el que ví estaba todito rodeado de buitres, pero la evidencia es la evidencia.


centro de reuniones de Eco Venao
arte playero

playa venao
3)      Yoga. Aunque los edificios principales de Eco Venao están en la parte de la montaña, en la zona de la finca que se encuentra la playa, hay una plataforma de madera elevada sobre troncos de lo más idóneo para los momentos más omm. De la semana que estuve en Eco Venao fui a cuatro clases de yoga que impartían diferentes profesoras y el resto de los días me lo monté yo por mi cuenta, con todo el espacio para mí solita. Lo malo es que no tengo ninguna foto del sitio, pero es absolutamente perfecto. Aquí tengo que intercalar una anécdota: justo para el día que tenía programado irme de Venao comenzaba un retiro de yoga que, si no fuera porque ya llevaba mucho tiempo allí y me quedaba el resto de Panamá por conocer, hubiera hecho. Y esto de la casualidad es así. Resulta que el profesor que impartía el retiro no solamente era español, sino que era de Málaga. Y no sólo era de Málaga, sino que encima tenemos amigos comunes (Thalia y Pelayo, si leéis ésto, hablo de vuestro batería de Additive Larsen!!!!).

vistas de la playa en su lado más salvaje

encuentros

encuentros

4)      Un poquito de trekking. Eco Venao tiene un total de 140 hectáreas en proceso de reforestación, y la verdad es que están haciendo un trabajo fantástico, porque gran parte de esa zona de la península fue deforestada en pro de pastos para las vacas, de las que hay a montones. Bueno, eso, que en la propia finca también se puede explorar un poquito y hay un paseíto de unos 20 minutos atravesando el bosque hasta llegar a unas cascadas después de pegar saltitos de piedra en piedra para atravesar un par de arroyos. Aquí sufrí un momento crítico al intentar fotografiar a tres monos aulladores. Para quien no los conozca, estos monos no son muy grandes, pero su caja de resonancia hace que cuando se ponen a ladrar parezca que tengan tamaño King Kong ( se les puede escuchar hasta a cinco kilómetros de distancia), e imponen los jodíos….La cuestión es que creo que rebasé el invisible límite de su espacio personal para hacerles unos retratitos, y en cuestión de dos minutos, mis monos dieron el chivatazo y de tres pasaron a unos veinte, y todos ladrándome en un tono nada amigable. Ay madre, y yo sola…. “Monitos bonitos, ya guardo la cámara, pero dejarme que me vaya….” Creo que me telepaticoescucharon y se apiadaron de mí, pero eso me sirvió de lección. A los aulladores no les gustan los paparazzis. Y punto.

una esquina de la bahía

habitantes de las esquinas de las bahías

lo que queda más presentable del delfín muerto, el resto es muy desagradable para postear

la vecina cala, "La Playita"

este monito fue el que dio la voz de alarma... muy mono él...

5)      Mojito. Creo que este punto no precisa de aclaración.

6)      Practicar la ardua tarea de probar todas las hamacas de Eco Venao en distintas horas del día. Este punto tampoco precisa de aclaración.

quién quiere un perro de mascota cuando se puede tener un emu???

podría ser la de Tarzán si no estuviera en el continente equivocado

secretos de la jungla


camino a la cascada de Eco Venao

cascadita

más vistas del camino a la cascada
Y eso fue mi estancia en el paraíso de Venao, una semana de tremendo estress, así que aprovechando que Sandy y Anna se volvían para Panama , yo también dejé mi litera vacía y me fui a ver de nuevo a Shai a Pedasí para poder hacer un par de inmersiones en la Isla Iguana con el único club de buceo de Pedasí. Pero eso ya es otra historia. Y telita con la historia.


Pd: el día 5 de mi estancia en Venao, preparandóme la cena estaba cuando  se  me acerca un señor en la cocina  y suelta:
-“ando buscando a la señorita Eva Cruz. ¿usted sabe dónde puedo ubicarla?”  y mi ángel de la mochila del limbo apareció, justo después de estar extraviada durante cinco días. Fin de la historia con perdices y con un reembolso de 125 dólares….no puedo más que sonreir, aunque eso signifique que tengo que volver a colgarme todo el peso a la espalda…..

Venadeando


9-1-12  

Desgraciadamente, y por mucho que me hiciera ilusión el quedarme con mi amigo Shai en Pedasí, el hecho de que las playas estén a unos dos kilómetros de distancia del pueblo me ha echado para atrás completamente. No por eso hay que hacerle ascos a Pedasí, que aunque progresivamente  colonizado por “gringos” aficionados a la pesca del merlín, es un encantador  rincón de la península de Azuero. Más que tranquilo, diría yo.

Con mucho ommmm encima, volví a llamar a ver si había aparecido mi mochila, porque contando con una información privilegiada por ser hija de un ex trabajador de Iberia (gracias papá), la mochila se había quedado en Madrid y debería haber llegado a Panamá esa mañana después de una parada técnica en Caracas.
-“¿mi mochila?”
-“Señorita, salió ayer de Madrid pero no llegó a Panamá. Sigue sin aparcer en el sistema, pero debería estar en Caracas. Quizá en el vuelo de ésta noche.”

No comments. Ahí la playa, tan cerca y tan lejos y yo sin bikini…Pregunté a unos locales y me señalaron la casa de una señora que vendía ropa de segunda mano. Escogí la única camiseta que no tenía ni agujeros ni manchas de lejía (y que no iba a dañar mucho mi imagen personal) por dos dólares y por el módico precio de tres dólares me llevé también el único bikini disponible. No voy a comentar el proceso de desinfección que apliqué a esa minúscula prenda veraniega ( porque se me escapaba todito todo por los lados, y no, no voy a publicar fotos de cómo le quedaba a la percha).

En el hostal coincidí con Sandy y Anna, dos alemanas con las que compartiría mi tiempo durante mi experiencia en Playa Venao, mi próxima parada. 

playa Venao. se pueden ver las pocas construcciones que hay


Para ir a Venao hay que coger un bus de esos que nunca se sabe cuándo aparecerán y que tardan entre 30 y 50 minutos, depende de la destreza del conductor para esquivar los agujeros traga-coches ( recordé con añoranza las carreteras de Kazajistán) , así que suplicamos a unos amigos de Shai que iban a surfear allá para que nos hicieran un hueco en su coche de alquiler. Lo malo es que entre las tablas de surf, las mochilas y los humanos no había sitio para todos, así que Shai me dejó su scooter  y, casco en cabeza durante 35 minutos, me estuve riendo yo sola de los “cacho” agujeros de la carretera y de la cantidad de mosquitos que me tragué mientras me reía. Pero llegué sana, salva y ya comida….

Eva on the beach


Playa Venao es , o era, básicamente, una playa virgen, sin ninguna población asentada en su bahía, pero en los últimos años inversores israelitas se han hecho con todos los terrenos en primera línea de playa, y aunque de momento sólo hay un par de hostales/chiringuitos de playa, la historia promete mucho más desarrollo ( desgraciadamente) . Su interés recae en las olas. Es una bahía que ha atraído a surfistas durante años, e incluso se celebran fechas de campeonatos mundiales, siendo un imán (y joya) para los inversionistas más rápidos , el cual ya no es mi caso. Si a la atracción de las olas  se le une una recién asfaltada carretera de acceso más el proyecto de construcción de un aeropuerto en Pedasí, el resultado el aumento considerable de turistas, porque sí que es cierto que para llegar hasta aquí desde Panamá City por carretera es un poco doloroso, por eso casi todos los turistas evitaban su visita a esta zona remota de la península de Azuero.

Personalmente no me apetecía quedarme en los hostales a pie de playa, sobre todo teniendo la opción de quedarme por 11 dólares en el dormitorio de Eco-Venao, una especie de eco-resort/ proyecto de reforestación de la playa donde se ofrecen clases de yoga, el ambiente es mucho más “eco” que los de pie de playa ( fiesta, fiesta y más fiesta) y tienen una cocina para poder hacer pinitos culinarios y no tener que estar comiendo en restaurante todo el tiempo, que tampoco es plan con eso de la crisis….;)

Surfing

más surfing

Este señor tenía como unos 65 años y ahí está er tío...

uno de los pocos surferos de calidad que ví ese día


De todas formas tengo que confesar que, de momento , las playas de Panamá ( o por los menos las del lado del Pacífico) no son como yo esperaba. Ni la arena es blanca ni corres el riesgo de morir por ataque gravitatorio de un coco, sino que es otro tipo de vegetación y la presencia de las palmeras es simplemente anecdótica…..por ahí que no estoy del todo convencida, pero bueno, queda mucha costa por ver, así que no me voy a adelantar, aunque tampoco puedo decir que esto sea el “pura vida” verde brillante que recuerdo de Costa Rica.

mojiiiittoooooo

atardecer en Venao

tras el duro día....


Y bueno, he de confesar que, aunque con sus contras, el hecho de que la mochila esté en el limbo aeroportuario me está haciendo incrementar el gustito a eso de viajar ligera…no shoes, no shirt, no worries…!!!! ;)

jueves, 12 de enero de 2012

"No aparece en el sistema, señorita"



6-1-12

Desde las 4  am que me desperté hasta las 8 que abrían las tiendas se me hizo una eternidad, pero no era viable que siguiera con las botas de montaña y con los pantalones largos, a  no ser que buscara una muerte por deshidratación. Había contratado un tour de un día por la ciudad de Panamá e intuía que sí o sí tenía que hacerme con un nuevo guardarropa para ese día.


Panama City, la zona comercial

La zona donde se encontraba el hostal es la llamada “Perejil” y no creo que sea de las peores, pero tampoco de las mejores, así que la salida de shopping  fue lo suficiente para querer salir corriendo de la ciudad teniendo en cuenta mi aversión hacia toda gran urbe.

Panamá Viejo, o lo que queda de ello...

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 El tour mientras esperaba a la mochila me pareció la mejor opción. Primero visitamos las pocas piedras en pie de lo que quedaba de Panamá viejo, que, según la historia, fue incendiado por los mismos habitantes para que no pudiera hacerlo el pirata Morgan, que al parecer era su hobbie. Más tarde, la ciudad se ubicaría en lo que se denomina “Casco Viejo”, formando parte ambas del Patrimonio de la Humanidad.  La siguiente parada fue Cerro Ancón, un pequeño parque natural desde donde se pueden ver las impresionantes líneas de rascacielos de la ciudad de Panamá, seguido del  Causway de Amador, la versión panameña de Puerto Banús, no que me impresionara mucho. Casi que  emocioné mucho más cuando vi a mi primer colibrí en Cerro Ancón.

Colibríiiii 

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Parada ineludible fueron las esclusas de Miraflores, de la zona del Canal. Impresionante obra de ingeniería de hace cien años que se cobró más de 20000 vidas en su realización (sobre todo por la fiebre amarilla). A la llegada de los barcos, se cierran el primer par de esclusas y bajan el nivel del agua unos 8 metros. Ver “hundirse” a semejantes cargueros embutidos entre hormigón ya es una vista que se mantiene en la retina. Una vez  que bajan los 8 metros, vuelven a abrir otras compuertas y los vuelven a bajar otros tantos metros, colocándolos ya a nivel del mar y liberándolos de semejante estrechez.  Como anécdota, el barco que más ha pagado por cruzar ha sido un crucero que pago creo unos 400.000 dólares, y el que menos, un colgado de los que me gustan a mí, que pago 36 centavos porque lo hizo a nado, y claro, sus medidas no son las mismas que las de un petrolero…

"Respira profundo"- y no pienses en la mochila....-.mensaje subliminal en Cerro Ancon
Canal de Panamá

De ahí, y atravesando la muy poco recomendable  zona de “el Chorrillo”, pasamos al Casco Viejo, que aparte de viejo, está que se cae a cachos, lo cual es una pena. Un laberinto de construcciones de aire medieval mezclado con colonial que en los últimos años se han ido restaurando poco a poco (intuyo con la inyección de la Unesco) y  que alegran con un toque bohemio y exclusivo donde se mezclan “boutique hotel” y exquisitos restaurantes con edificios sin rehabilitar donde viven o sobreviven  familias completas de panameños de bajos recursos. Eso sí, todo aderezado con una gran presencia policial para que al turista no le dé por cruzar la línea invisible que divide Casco Viejo de El Chorrillo, no vaya a ser que no vuelva…

Arte urbano en "El Chorrillo"


Casco Viejo

Casco Viejo

 
Y con un rico ceviche de marisco en el mercado de pescado se terminó la visita. Ahora toca llamar a ver si apareció mi mochila. “No aparece en el sistema, señora”. Pues nada, que se le va a hacer. Puede ser que llegara esa noche en un vuelo de Caracas, pero no tenía modo de saberlo hasta la mañana siguiente. Ya andaba desesperada por salir de la ciudad, pero me resigné. También me emocioné cuando mi guardarropa se amplió gracias a una viajera canadiense que se apiadó de mí y me regaló un vestido y una linternita…ya estaba lista para irme viajando ligera…

vista de Panamá City

Ocho de la mañana. Hora en la que supuestamente deberían cogerme el teléfono los de Copa airlines. Sin éxito, claro. Éste llegó sobre las diez y media sólo para que me volvieran a espetar eso de “No aparece en el sistema, señorita”.  “Pues me voy”.  Y así fue. Me fuì. Pero no al paradisíaco archipiélago de San Blas como había planeado sino a Pedasí
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Cosas de la vida, días antes de volar a Panamá descubrí que un amigo con el que compartí casa en Sri Lanka acababa de abrir un hostal en ese pueblito. Y como en ese momento necesitaba estar en territorio amigo, no lo dudé  y cogí el primer bus que saliera en esa dirección

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Intuyo que a partir de ahora empieza lo bueno...;)
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miércoles, 11 de enero de 2012

Desmochilada por Panamá


5-1-2012

Tras un largo abandono de este blog, y todavía a falta de actualizar mi último viaje a la India y mi experiencia el pasado verano como guía de safaris en Kenia y Tanzania (que a esta altura lo veo más que improbable), retomo el arte de las letras para intentar contaros un poco el día a día de mi actual periplo por tierras de Rubén Blades, Panamá.

Tengo que puntualizar que el viaje empezó un poco torcido, pero aplicando eso de” sarna con gusto no pica”, a cinco días de haber dejado España, me siento más que afortunada. 

Explico el por qué. Salí de Málaga en el ave dirección Madrid sólo para llegar a la T4 y, en cierta forma, forzar un overbooking. Eso ocurre cuando la línea aérea ha vendido más plazas de las que tiene el avión y sobran pasajeros, a los cuales indemnizan económicamente y reubican en el próximo vuelo que salga al destino deseado. Todo eso se tradujo en: hotel gratis; comida, cena y desayuno gratis; transfer aeropuerto –hotel-aeropuerto gratis; indemnización de 600 euros, y  un vuelo a Panamá vía Caracas al día siguiente. Entiendo que puede ser  una puñeta para alguien que tiene que volar por cualquier tema que no sea un viaje de placer, pero para mí, que aún no había consumido ni uno de mis 30 días en Panamá, me salió la jugada redonda. Mientras tanto, para pasar el rato, me di una vueltecita por el museo del  Prado, que siempre viene bien eso de culturizarse.

Como si del día de la marmota se tratara, al día siguiente volví a colgarme la mochila para finalmente coger el avión con destino Panamá, y volviendo a eso de la sarna con gusto, de nuevo, otro agraciado incidente. Mis  gafas de sol graduadas que uso para viajar, que ya tienen más de cinco año y están más ralladas que un disco, estaban muy abiertas , así que entre a una óptica para que me las calentaran y cerraran un poco con la “mala suerte” de que las partieron. El apuro de la dependienta se tradujo en unas gafas de sol nuevas y un kit de lentes de contacto como compensación (me hubieran graduado los cristales si hubiera dado tiempo, pero no fue el caso). En cualquier caso, salí ganando de nuevo. A punto estuve en el aeropuerto de comprar un billete de El Niño, porque tengo la seguridad de que algún pellizco me hubiera caído.

Una breve escala en el caótico aeropuerto de Caracas (donde hay wifi gratis, hecho que me sorprendió mucho)  y de nuevo de vuelta a otro avión con destino final Panamá. Digo caótico, porque a  pesar de que no es muy grande, en el espacio de una media hora, nos cambiaron de puerta de embarque tres veces. Tal fue la descoordinación que yo opté por pegarme a la tripulación que andaba dando tantas vueltas como yo, pero así seguro que no se me escapaba el vuelo.  Y claro, ellos se reían conmigo y de mí….

La vista nocturna desde el avión a la llegada a Panamá no hizo más que arrancarme una carcajada que no supo interpretar muy bien la señora que estaba sentada en el asiento contiguo. Tal era la cantidad de barcos,  súper barcos, mega barcos, esperando a cruzar el canal  y dispuestos en todas las direcciones que mi imaginación de repente trazo una cuadrícula y me puse a jugar al “hundir el barco”. Todavía hoy me acuerdo y sonrío.

Pero no todo podía salir tan bien. Si la tripulación del vuelo de Copa Airlines no tenía claro en que puerta embarcaban, imagínense los maleteros con mi mochila (o por lo menos, eso creía yo).
Obviamente, mi mochila se quedó en algún rincón del mundo de los calcetines impares, porque por la cinta no salió. Venga papeleo y número de contacto.”¿Dirección en Panamá?” –“Señorita, no tengo ni dirección en España. Mejor ya me desespero yo llamándoles a ustedes”. (Premonitoria mi sentencia desde luego) .Y así quedó la cosa.

Sorprendentemente , y para gran tranquilidad de mi espíritu, el transfer del hostal Mamallena que tenía contratado seguía esperando mi salida una hora más tarde pese al aviso a la hora de la contratación de que solo esperaba unos 40 minutos después de aterrizado el vuelo. No me quedó nada más que dormir con la esperanza de que al día siguiente apareciera mi mochila y me pudiera colocar en los pies mis queridas chanclas.