domingo, 22 de enero de 2012

Venadeando


9-1-12  

Desgraciadamente, y por mucho que me hiciera ilusión el quedarme con mi amigo Shai en Pedasí, el hecho de que las playas estén a unos dos kilómetros de distancia del pueblo me ha echado para atrás completamente. No por eso hay que hacerle ascos a Pedasí, que aunque progresivamente  colonizado por “gringos” aficionados a la pesca del merlín, es un encantador  rincón de la península de Azuero. Más que tranquilo, diría yo.

Con mucho ommmm encima, volví a llamar a ver si había aparecido mi mochila, porque contando con una información privilegiada por ser hija de un ex trabajador de Iberia (gracias papá), la mochila se había quedado en Madrid y debería haber llegado a Panamá esa mañana después de una parada técnica en Caracas.
-“¿mi mochila?”
-“Señorita, salió ayer de Madrid pero no llegó a Panamá. Sigue sin aparcer en el sistema, pero debería estar en Caracas. Quizá en el vuelo de ésta noche.”

No comments. Ahí la playa, tan cerca y tan lejos y yo sin bikini…Pregunté a unos locales y me señalaron la casa de una señora que vendía ropa de segunda mano. Escogí la única camiseta que no tenía ni agujeros ni manchas de lejía (y que no iba a dañar mucho mi imagen personal) por dos dólares y por el módico precio de tres dólares me llevé también el único bikini disponible. No voy a comentar el proceso de desinfección que apliqué a esa minúscula prenda veraniega ( porque se me escapaba todito todo por los lados, y no, no voy a publicar fotos de cómo le quedaba a la percha).

En el hostal coincidí con Sandy y Anna, dos alemanas con las que compartiría mi tiempo durante mi experiencia en Playa Venao, mi próxima parada. 

playa Venao. se pueden ver las pocas construcciones que hay


Para ir a Venao hay que coger un bus de esos que nunca se sabe cuándo aparecerán y que tardan entre 30 y 50 minutos, depende de la destreza del conductor para esquivar los agujeros traga-coches ( recordé con añoranza las carreteras de Kazajistán) , así que suplicamos a unos amigos de Shai que iban a surfear allá para que nos hicieran un hueco en su coche de alquiler. Lo malo es que entre las tablas de surf, las mochilas y los humanos no había sitio para todos, así que Shai me dejó su scooter  y, casco en cabeza durante 35 minutos, me estuve riendo yo sola de los “cacho” agujeros de la carretera y de la cantidad de mosquitos que me tragué mientras me reía. Pero llegué sana, salva y ya comida….

Eva on the beach


Playa Venao es , o era, básicamente, una playa virgen, sin ninguna población asentada en su bahía, pero en los últimos años inversores israelitas se han hecho con todos los terrenos en primera línea de playa, y aunque de momento sólo hay un par de hostales/chiringuitos de playa, la historia promete mucho más desarrollo ( desgraciadamente) . Su interés recae en las olas. Es una bahía que ha atraído a surfistas durante años, e incluso se celebran fechas de campeonatos mundiales, siendo un imán (y joya) para los inversionistas más rápidos , el cual ya no es mi caso. Si a la atracción de las olas  se le une una recién asfaltada carretera de acceso más el proyecto de construcción de un aeropuerto en Pedasí, el resultado el aumento considerable de turistas, porque sí que es cierto que para llegar hasta aquí desde Panamá City por carretera es un poco doloroso, por eso casi todos los turistas evitaban su visita a esta zona remota de la península de Azuero.

Personalmente no me apetecía quedarme en los hostales a pie de playa, sobre todo teniendo la opción de quedarme por 11 dólares en el dormitorio de Eco-Venao, una especie de eco-resort/ proyecto de reforestación de la playa donde se ofrecen clases de yoga, el ambiente es mucho más “eco” que los de pie de playa ( fiesta, fiesta y más fiesta) y tienen una cocina para poder hacer pinitos culinarios y no tener que estar comiendo en restaurante todo el tiempo, que tampoco es plan con eso de la crisis….;)

Surfing

más surfing

Este señor tenía como unos 65 años y ahí está er tío...

uno de los pocos surferos de calidad que ví ese día


De todas formas tengo que confesar que, de momento , las playas de Panamá ( o por los menos las del lado del Pacífico) no son como yo esperaba. Ni la arena es blanca ni corres el riesgo de morir por ataque gravitatorio de un coco, sino que es otro tipo de vegetación y la presencia de las palmeras es simplemente anecdótica…..por ahí que no estoy del todo convencida, pero bueno, queda mucha costa por ver, así que no me voy a adelantar, aunque tampoco puedo decir que esto sea el “pura vida” verde brillante que recuerdo de Costa Rica.

mojiiiittoooooo

atardecer en Venao

tras el duro día....


Y bueno, he de confesar que, aunque con sus contras, el hecho de que la mochila esté en el limbo aeroportuario me está haciendo incrementar el gustito a eso de viajar ligera…no shoes, no shirt, no worries…!!!! ;)

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