23 de Noviembre
Gwalior
La lluvia recibió a la mañana de nuevo. Esto era increíble. Las nubes nos seguían desde Bikaner, pero ese día encima bajaron las temperaturas. O lo que es decir, frío y agua.
Aprovechando el wifi del hotel y todavía en la cama, buscamos y rebuscamos formas de salir de Gwalior con dirección al norte, si no a Amritsar directo, vía Delhi. Y no hubo manera, estaban todos los trenes llenos. Pudimos llegar a comprar uno desde Delhi a Amritsar para el día siguiente a las cuatro de la mañana, pero no lo conseguimos con el trayecto Gwalior-Delhi. Comenzaba a ser axfisiante nuestra falta de días y la poca disponibilidad en los trenes que necesitábamos coger. Esto también comenzaba a crear tensiones entre nosotras a veces. Pero nada grave y totalmente temporal.
El recto manager del hotel nos ayudó y aconsejó sobre distintas opciones para ir a Delhi mientras que nosotras seguíamos pensando en la lluvia y en nuestra única oportunidad de ver el fuerte de Gwalior.
Salimos a una “agencia de viajes” junto al hotel y allí finalmente conseguimos un par de pasajes en el Taj Express con salida a las 17.00 horas esa misma tarde. Lo que nos desconcertaba era que la clase era la sleeper chair, que nos faltaba por probar.
Todas estas gestiones nos dejaban ya con sólo cuatro horas para hacer turismo, y por no ir con las mochilas a cuestas decidimos aceptar el taxi por 1000 rupias que nos propusieron en el hotel para toda la tarde.
Observando cómo jarreaba fuera pasaron diez, quince, treinta y cuarenta y cinco minutos desde que llamaran al taxi. Ya no volvimos a preguntarle cuanto iba a tardar, sino que directamente le pedimos el reembolso de las 1000 rupias. Con un “sorry, sorry madam” se despidió de nosotras que salimos con los chubasqueros puestos en busca de un rickshaw.
Por muy increíble que pareciera, no nos paraba ninguno. Nunca supimos si fue por la lluvia o simplemente porque funcionan de otra forma en esta ciudad. Finalmente tuvimos suerte y por 40 rupias nos llevaron a la estación de tren con objeto de dejar las mochilas en consigna e intentar en las tres horas que nos quedaban ver el famoso fuerte de Gwalior pasado por agua.
En consigna, y ya empapadas, coincidimos con una pareja de Lérida con la que compartiríamos el taxi para subir al fuerte. Dos horas teníamos de tiempo antes de tener que volver a la estación. Y dos horas que estuve pasando frío, bajo la lluvia y sin ganas de estar a la interperie.
subida al fuerte de Gwalior |
subida al fuerte de Gwalior |
subida al fuerte de Gwalior |
subida al fuerte de Gwalior |
¿Del fuerte que decir? Bueno, las vistas seguramente son infinitamente más espectaculares con sol y sin lluvia, pero hay que decir que es digno de ver. Sobre todo las enormes esculturas de los thirthankas cavadas en la roca que se divisan por toda la carretera de subida.
fuerte de Gwalior |
fuerte de Gwalior |
detalle del fuerte de Gwalior |
templo en el fuerte de Gwalior |
templo en el fuerte de Gwalior |
detalle del templo en el fuerte de Gwalior |
Otra parada en el oportuno Mc Donalds (ya un horror) y llegamos a la estación justo a tiempo para coger el Taj Express y pasar por la agobiante experiencia de subir a la clase de asiento de sleeper, aunque hay que decir que una vez todos sentaditos no se estaba tan mal. Mónica me ofreció el hombro y yo me dormí unas dos horas del total de las seis de trayecto hasta Delhi.
A la estación de Hizamund de Delhi es donde llegó el tren a las 23.00 más o menos , y desde la misma estación saldría nuestro enlace a las 4.30. Eso es mucho tiempo de espera cuando ya hace frío, sueño, hambre y cansancio. Todo sea por llegar a Amritsar y a la paz…
interior del vagón con sus ventiladores. Foto: Mónica Domínguez |
mis pintas a las 3 de la fría mañana. Foto: Mónica Dominguez |
Aparte de volver a insistir en el frío que pasamos durante la espera, la única cosa digna de comentar fue el ataque de un mono a Mónica cuando ésta le enfocó con la cámara y la bestia fue iluminada con el puntero rojo del enfoque. Menos mal que no pasó nada, sólo un pequeño tirón del brazo, pero ese capítulo nos dio de reir un buen rato y encima nos sacó de nuestro sopor. El té calentito de las 4.00 ayudó a aguantar el retraso de casi una hora del Amritsar express, dónde pasaríamos las siguientes 13 horas.